apoyo nutricional relacionado con:
L-glutatión
síntesis de colágeno
defensas
reparación celular
salud ósea y articular
mutivitaminas esenciales y antioxidantes
ONE C MIX es un suplemento alimenticio relacionado con el apoyo a la salud y bienestar de la piel, cabello, uñas, huesos y articulaciones. Contribuye a la formación de colágeno natural, una sustancia esencial presente en todos los órganos y tejidos, y facilitadora de la síntesis de queratina.
Este suplemento combina L-glutatión, Cisteína, Vitaminas A, C,E, y D; vitaminas del complejo B (B1, B2, B3, B5, B6, B12) y minerales como Calcio, Yodo, Zinc, Cobre, Manganeso, Cromo, Molibdeno y Selenio.
Su combinación de nutrientes nutre el sistema de defensas. Componentes como el L-glutatión apoya la protección celular frente al daño oxidativo, contribuye a la respuesta inmunitaria y ayuda a proteger las células durante procesos inflamatorios.
Por su parte, la cisteína potencia la acción del L-glutatión, facilita la estabilidad estructural de las proteínas, y apoya funciones biológicas clave como la actividad enzimática y la integridad del colágeno. También participa en la eliminación de toxinas y metales pesados mediante la formación de compuestos solubles.
Usa ONE C MIX como:
Cuidado premium
Nutrición para el sistema respiratorio y defensas
Nutrición para huesos y articulaciones
Contribución a síntesis de colágeno
Cuidado regular de la salud
Multi vitaminas
Fortalecimiento
Parte de rutinas saludables
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Propiedades y beneficios del ONE C MIX
Beneficios de cada componente
L-glutation
L-glutation, es considerado el antioxidante más poderoso del organismo, consta de glutamina, cisteína, y glicina ligados entre sí mediante uniones peptídicas, desempeña un papel fundamental en la protección celular y el mantenimiento de la salud.
El L-glutatión neutraliza eficazmente los radicales libres y las especies reactivas de oxígeno (ROS), previniendo el daño oxidativo en las células y tejidos. Su función no se limita a la neutralización de oxidantes; también participa en la regeneración de otros antioxidantes esenciales, como las vitaminas C y E, amplificando así la capacidad antioxidante global del organismo.
Además, el L-glutatión juega un papel crucial en la desintoxicación hepática, conjugándose con toxinas y metales pesados para facilitar su eliminación del cuerpo, lo que es esencial para mantener la función hepática y prevenir la acumulación de sustancias nocivas.
Su influencia se extiende al sistema inmunológico, donde regula la proliferación de linfocitos, mejora la respuesta inmunitaria y protege contra el daño celular durante los procesos inflamatorios.
El L-glutatión es vital para la salud neurológica, ya que protege las neuronas del estrés oxidativo, un factor clave en enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson. La disminución de producción de L-glutatión está asociada con el envejecimiento y diversas patologías crónicas, lo que subraya la importancia de mantener niveles óptimos a través de la nutrición, el ejercicio y, en casos como iniciativa de suplementación.
Cisteina
La cisteína, un aminoácido sulfurado esencial para la síntesis de proteínas, desempeña un papel multifacético en la biología humana, siendo crucial para la salud y el bienestar general. Como precursor del L-glutatión, uno de los antioxidantes más potentes del cuerpo.
La cisteína y cistina es fundamental para la defensa celular contra el daño oxidativo, protegiendo las células de los radicales libres y otros agentes nocivos. Su contenido de azufre también le permite formar puentes disulfuro, que son esenciales para la estabilidad y la estructura tridimensional de las proteínas, influyendo en funciones biológicas críticas, como la actividad enzimática y la integridad del colágeno, que es vital para la salud de la piel, los tendones y los huesos. Además, la cisteína es indispensable en la desintoxicación hepática, participando en la conjugación y eliminación de toxinas y metales pesados a través de la formación de compuestos solubles.
Este aminoácido también apoya la salud del sistema respiratorio, ya que es un componente clave de la N-acetilcisteína (NAC), un derivado que actúa como mucolítico, facilitando la expectoración y ayudando a mantener las vías respiratorias libres de mucosidad.
En el contexto del sistema inmunológico, la cisteína contribuye a la producción de glóbulos blancos y potencia la respuesta inmune, ayudando a combatir infecciones y enfermedades. Además, su capacidad para facilitar la síntesis de queratina la convierte en un nutriente esencial para el crecimiento y la fortaleza del cabello y las uñas.
Vitaminas del complejo B
Las vitaminas del complejo B son un grupo de nutrientes esenciales que desempeñan roles interdependientes y cruciales en la fisiología humana, particularmente en el metabolismo energético, la función cerebral, y la salud cardiovascular.
Estas vitaminas son cofactores indispensables en las vías bioquímicas que convierten los alimentos en energía, facilitando la producción de ATP la energía de las células. Cada una de estas vitaminas juega un papel único: la tiamina, por ejemplo, es crítica para el metabolismo de los carbohidratos y la función nerviosa.
La riboflavina y la niacina son esenciales en la cadena respiratoria y la protección antioxidante, la vitamina B12 son fundamentales para la síntesis de ADN y la formación de glóbulos rojos, previniendo así la anemia megaloblástica. Además, las vitaminas B6, y B12 tienen una función sinérgica en la regulación de los niveles de homocisteína, un aminoácido cuya acumulación está asociada con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Las vitaminas del complejo B también son vitales para la salud neurológica, interviniendo en la síntesis de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, lo que afecta el estado de ánimo, la memoria, y la función cognitiva. Dado que estas vitaminas son hidrosolubles y no se almacenan en grandes cantidades en el cuerpo, es crucial obtenerlas a través de una dieta equilibrada o mediante suplementos para asegurar su disponibilidad continua y evitar deficiencias que puedan derivar en trastornos neurológicos, metabólicos y hematológicos.
Vitamina C
La vitamina C, también conocida como ácido ascórbico, es un nutriente hidrosoluble esencial que desempeña múltiples funciones críticas en la fisiología humana, destacándose por su potente capacidad antioxidante, su papel en la síntesis de colágeno y su contribución al funcionamiento del sistema inmunológico.
Como antioxidante, la vitamina C protege a las células del daño inducido por los radicales libres, moléculas inestables que pueden desencadenar procesos inflamatorios y degenerativos si no se neutralizan adecuadamente. Este efecto protector es particularmente importante en la prevención de enfermedades crónicas, como las cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer.
Además, la vitamina C es fundamental para la síntesis de colágeno, una proteína estructural clave que mantiene la integridad de la piel, los vasos sanguíneos, los tendones y otros tejidos conectivos, siendo crucial para la cicatrización de heridas y el mantenimiento de la salud de la piel. También juega un papel vital en la absorción de hierro no hemo, facilitando su conversión en una forma más absorbible en el intestino, lo que es esencial para prevenir la anemia por deficiencia de hierro.
En el sistema inmunológico, la vitamina C estimula la producción y función de los leucocitos, especialmente los neutrófilos, potenciando la respuesta inmunitaria contra patógenos. Además, la vitamina C tiene un efecto modulatorio sobre la inflamación, reduciendo la severidad de las reacciones inflamatorias excesivas. Dado que el cuerpo humano no puede sintetizar la vitamina C, es imprescindible obtenerla a través de la dieta o suplementos, y su deficiencia puede llevar a trastornos como el escorbuto, caracterizado por debilidad general, problemas de cicatrización y alteraciones en la salud de la piel y los vasos sanguíneos.
Vitamina A
La vitamina A es un micronutriente liposoluble esencial que desempeña roles fundamentales en una variedad de procesos biológicos críticos, siendo especialmente notable por su impacto en la visión, la salud inmunológica, y la integridad celular.
Esta vitamina existe en dos formas principales: el retinol, que es la forma activa de la vitamina A y se encuentra predominantemente en alimentos de origen animal, y los carotenoides provitamina A, como el betacaroteno, que se encuentran en alimentos de origen vegetal y que el cuerpo convierte en retinol según sea necesario.
En el ámbito de la visión, la vitamina A es crucial para la formación de rodopsina, una proteína en los ojos que permite la visión en condiciones de poca luz. Además, la vitamina A es vital para el mantenimiento y diferenciación de los tejidos epiteliales, que recubren las superficies internas y externas del cuerpo, asegurando la integridad de la piel y las membranas mucosas, y actuando como una primera línea de defensa contra infecciones.
En el sistema inmunológico, la vitamina A regula la función de las células T y la producción de anticuerpos, fortaleciendo la respuesta inmunitaria y ayudando a prevenir infecciones. Su acción antioxidante también contribuye a proteger las células del daño oxidativo, reduciendo el riesgo de enfermedades crónicas como el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. Asimismo, la vitamina A es indispensable para la reproducción y el desarrollo embrionario, participando en la regulación de la expresión génica durante la formación de órganos y tejidos.
Vitamina E
La vitamina E es un nutriente liposoluble con propiedades antioxidantes excepcionales, desempeñando un papel clave en la protección celular contra el estrés oxidativo y contribuyendo a la salud cardiovascular, inmunológica y dermatológica.
Su función principal como antioxidante radica en su capacidad para neutralizar los radicales libres generados durante los procesos metabólicos normales y bajo condiciones de estrés, evitando así el daño a las membranas celulares y el ADN. Este efecto protector es crucial para la prevención de enfermedades crónicas relacionadas con el envejecimiento, como las enfermedades cardiovasculares, donde la vitamina E ayuda a inhibir la oxidación del colesterol LDL, un factor clave en la aterosclerosis.
Además, la vitamina E tiene un impacto positivo en la función inmunológica, potenciando la respuesta de las células T y la actividad de los fagocitos, lo que fortalece la capacidad del cuerpo para combatir infecciones. En el ámbito dermatológico, la vitamina E es ampliamente reconocida por sus beneficios para la piel, donde actúa no solo como un antioxidante, sino también como un agente antiinflamatorio y reparador, ayudando a mantener la hidratación, la elasticidad y la integridad cutánea, y reduciendo los efectos del foto envejecimiento inducido por la exposición a los rayos UV.
Asimismo, la vitamina E contribuye a la estabilidad de las membranas celulares en los glóbulos rojos y otros tejidos, y juega un rol en la prevención de condiciones como la esteatosis hepática y ciertos tipos de cáncer. Aunque el cuerpo puede almacenar vitamina E en el tejido adiposo, es importante mantener una ingesta adecuada a través de la dieta o suplementos, ya que su deficiencia puede llevar a trastornos neuromusculares, problemas de visión y una respuesta inmunitaria debilitada.
Vitamina D
La vitamina D, a menudo llamada la "vitamina del sol", es un nutriente liposoluble esencial que desempeña un papel crucial en la regulación del metabolismo del calcio y el fósforo, y por ende, en la salud ósea. A diferencia de otras vitaminas, la vitamina D puede ser sintetizada por el cuerpo a través de la exposición de la piel a la radiación ultravioleta B (UVB) del sol, aunque también puede ser obtenida a través de la dieta y suplementos.
Esta vitamina existe en dos formas principales: la D2 (ergocalciferol), que se encuentra en fuentes vegetales, y la D3 (colecalciferol), que se sintetiza en la piel y se encuentra en alimentos de origen animal. Una vez activada en el hígado y los riñones, la vitamina D actúa como una hormona, regulando la absorción de calcio y fósforo en el intestino y manteniendo los niveles adecuados en sangre, lo que es esencial para la mineralización ósea y la prevención de enfermedades como el raquitismo en niños y la osteomalacia y osteoporosis en adultos.
Además de su papel en la salud ósea, la vitamina D influye en numerosos procesos fisiológicos, incluidos la modulación del sistema inmunológico, donde contribuye a la defensa contra infecciones y a la regulación de la respuesta inflamatoria, y la salud cardiovascular, donde puede ayudar a prevenir la hipertensión y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Estudios recientes también han sugerido un vínculo entre niveles adecuados de vitamina D y la reducción del riesgo de ciertos tipos de cáncer, enfermedades autoinmunes, y trastornos neurológicos, como la esclerosis múltiple.
Calcio
El calcio es un mineral esencial que desempeña un papel multifacético en la salud humana, siendo primordialmente reconocido por su función en la formación y mantenimiento de huesos y dientes. Aproximadamente el 99% del calcio en el cuerpo se encuentra almacenado en el esqueleto, donde proporciona la estructura rígida necesaria para soportar el cuerpo y proteger los órganos vitales.
Además de su papel estructural, el calcio es crucial para diversas funciones fisiológicas, incluyendo la contracción muscular, la transmisión nerviosa, la coagulación sanguínea y la secreción hormonal. La contracción de los músculos, incluyendo el corazón, depende de la liberación de iones de calcio en las células musculares, lo que subraya su importancia en la salud cardiovascular.
En el sistema nervioso, el calcio actúa como un segundo mensajero en la transmisión de señales entre las neuronas, facilitando la comunicación intracelular y contribuyendo a la función cognitiva. El calcio también es esencial para la activación de diversas enzimas que regulan procesos metabólicos fundamentales y para la estabilidad de la membrana celular.
Durante la infancia y la adolescencia, el calcio es vital para alcanzar la máxima densidad ósea, lo que puede reducir el riesgo de osteoporosis y fracturas en la edad adulta. Sin embargo, la homeostasis del calcio es un proceso delicado que depende de la interacción con otros nutrientes, como la vitamina D, que facilita su absorción en el intestino, y el magnesio, que ayuda a regular su distribución en el cuerpo.
Yodo
El yodo es un micronutriente esencial que desempeña un papel fundamental en la síntesis de hormonas tiroideas, las cuales son cruciales para la regulación del metabolismo, el crecimiento y el desarrollo neurológico. La glándula tiroides utiliza yodo para producir las hormonas tiroxina (T4) y triyodotironina (T3), que influyen en casi todas las células del cuerpo, controlando el ritmo metabólico basal, la temperatura corporal, y el metabolismo de macronutrientes como carbohidratos, proteínas y grasas.
Una ingesta adecuada de yodo es particularmente vital durante el embarazo y la infancia, ya que las hormonas tiroideas son esenciales para el desarrollo cerebral del feto y del niño. Además, el yodo juega un papel protector en la prevención de enfermedades como el bocio, una condición en la que la glándula tiroides se agranda debido a la falta de yodo.
Más allá de su función en la salud tiroidea, el yodo también tiene propiedades antioxidantes y puede contribuir a la protección contra los radicales libres. Sin embargo, tanto la deficiencia como el exceso de yodo pueden ser perjudiciales. Dado que el cuerpo humano no produce yodo, es necesario obtenerlo a través de la dieta, principalmente mediante el consumo de sal yodada, mariscos, algas marinas, y productos lácteos. La importancia del yodo en la salud es indiscutible, siendo un elemento clave para el funcionamiento óptimo de la tiroides, el desarrollo neurológico y la regulación del metabolismo, lo que subraya la necesidad de mantener un equilibrio adecuado en su ingesta para asegurar un bienestar general.
Zinc
El zinc es un oligoelemento esencial que desempeña un papel crucial en una amplia gama de procesos biológicos, siendo fundamental para la función inmunológica, la síntesis de proteínas y ADN, la cicatrización de heridas, y la división celular. Como cofactor de más de 300 enzimas, el zinc interviene en la catalización de reacciones químicas que son vitales para el metabolismo celular, la reparación de tejidos y la regulación de la expresión génica. En el sistema inmunológico, el zinc es indispensable para la función de las células T, las cuales son esenciales para la respuesta inmune adaptativa y para la regulación de la inflamación. La deficiencia de zinc puede llevar a una inmunodeficiencia, aumentando la susceptibilidad a infecciones y ralentizando la recuperación de enfermedades. Además, el zinc juega un papel clave en el desarrollo y la función de los órganos reproductivos, siendo particularmente importante para la salud masculina, ya que contribuye a la producción de testosterona y la calidad del esperma.
En el ámbito dermatológico, el zinc es conocido por sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, lo que lo convierte en un componente vital para la salud de la piel. Facilita la cicatrización de heridas al promover la regeneración del tejido epitelial y ayuda a tratar afecciones como el acné y la dermatitis. Además, el zinc es necesario para la síntesis de colágeno, lo que contribuye a la integridad estructural de la piel, los huesos y otros tejidos conectivos.
El zinc también desempeña un rol neuroprotector, influyendo en la función cognitiva y el estado de ánimo, ya que es necesario para la transmisión sináptica y la plasticidad neuronal. Su participación en la homeostasis de los neurotransmisores, como el glutamato y el GABA, es esencial para el equilibrio excitatorio-inhibitorio en el cerebro, lo que puede tener implicaciones en trastornos como la depresión y la ansiedad.
Dado que el cuerpo no almacena zinc en grandes cantidades, es crucial mantener un suministro regular a través de la dieta, con alimentos como la carne, los mariscos, las nueces y las semillas siendo buenas fuentes. La deficiencia de zinc, aunque relativamente común, puede tener consecuencias graves para la salud, subrayando la importancia de asegurar una ingesta adecuada para mantener las funciones biológicas esenciales y el bienestar general.
Cobre
El cobre es un micronutriente esencial que desempeña un papel crucial en múltiples procesos biológicos, siendo fundamental para la salud en general. Su importancia radica en su capacidad para actuar como cofactor en diversas enzimas vitales, conocidas como cuproenzimas, que participan en reacciones redox, metabolismo energético, y la síntesis de neurotransmisores. Una de las funciones más destacadas del cobre es su participación en la formación de hemoglobina y el transporte de hierro, lo que lo convierte en un componente clave para la prevención de la anemia y el mantenimiento de niveles adecuados de oxígeno en los tejidos.
Además, el cobre es esencial para la salud del sistema nervioso, ya que interviene en la síntesis de mielina, la vaina que protege las fibras nerviosas y asegura la rápida transmisión de los impulsos nerviosos. Un adecuado aporte de cobre es crucial para prevenir trastornos neurológicos y garantizar el buen funcionamiento cognitivo. Asimismo, este mineral desempeña un papel fundamental en la formación de colágeno y elastina, lo que es vital para la salud de la piel, los vasos sanguíneos, y los huesos, contribuyendo así a la integridad estructural del cuerpo.
El cobre también tiene potentes propiedades antioxidantes, al formar parte de la enzima superóxido dismutasa (SOD), que protege las células del daño oxidativo causado por los radicales libres. Este efecto antioxidante es esencial para la prevención de enfermedades crónicas, incluyendo enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas.
Manganeso
El manganeso es un oligoelemento esencial que desempeña un papel crítico en una variedad de funciones biológicas, actuando como cofactor en múltiples sistemas enzimáticos que son fundamentales para la salud humana. Entre sus funciones más destacadas, el manganeso es indispensable para la síntesis de colágeno y la formación de tejido conectivo, lo que es esencial para la integridad estructural de la piel, los huesos y las articulaciones. Además, este mineral es clave en la regulación del metabolismo de los carbohidratos y las grasas, facilitando la conversión de macronutrientes en energía utilizable, lo que lo convierte en un componente vital para el mantenimiento del equilibrio energético y el control del peso.
El manganeso también es crucial para la protección antioxidante del cuerpo, ya que forma parte de la enzima superóxido dismutasa (SOD) mitocondrial, una de las principales defensas celulares contra el daño oxidativo. Esta actividad antioxidante es esencial para la protección del ADN, las proteínas, y las membranas celulares contra los efectos perjudiciales de los radicales libres, contribuyendo así a la prevención de enfermedades crónicas, como las enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas.
Además, el manganeso juega un papel importante en la regulación de la función nerviosa y la salud cerebral. Participa en la síntesis de neurotransmisores como la dopamina, que es crucial para la coordinación motora y la estabilidad emocional. Un nivel adecuado de manganeso es, por lo tanto, fundamental para el bienestar neurológico y la prevención de trastornos relacionados con el sistema nervioso.
Cromo
El cromo es un oligoelemento esencial que juega un papel vital en el metabolismo de los carbohidratos, grasas y proteínas, siendo especialmente reconocido por su capacidad para mejorar la acción de la insulina, la hormona responsable de regular los niveles de glucosa en sangre. Este mineral es un componente clave del factor de tolerancia a la glucosa (GTF), un complejo que potencia la eficacia de la insulina en la captación de glucosa por parte de las células. Como resultado, el cromo contribuye significativamente al mantenimiento de niveles saludables de azúcar en sangre, lo que es crucial para la prevención y manejo de la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2.
Además de su impacto en la regulación glicémica, el cromo también desempeña un papel importante en la modulación del metabolismo lipídico, ayudando a reducir los niveles de colesterol LDL y triglicéridos, mientras favorece un incremento del colesterol HDL. Este equilibrio lipídico es esencial para la salud cardiovascular, ya que disminuye el riesgo de aterosclerosis y otras enfermedades relacionadas con el corazón.
El cromo también ha sido asociado con la mejora en la composición corporal y el control del peso, al influir en la regulación del apetito y la reducción de antojos, especialmente de alimentos ricos en azúcar. Esto se debe en parte a su capacidad para estabilizar los niveles de glucosa en sangre, evitando fluctuaciones que pueden desencadenar episodios de hambre o ansiedad alimentaria.
Molibdeno
El molibdeno es un oligoelemento esencial que, aunque necesario en pequeñas cantidades, desempeña un papel fundamental en diversas funciones biológicas críticas para la salud humana. Este mineral actúa como cofactor en varias enzimas importantes, conocidas como molibdoenzimas, que son esenciales para la desintoxicación del cuerpo y el metabolismo de los azufres y las purinas que son uno de los dos compuestos químicos que las células usan para elaborar los elementos fundamentales del ADN y el ARN . Una de las enzimas clave dependientes del molibdeno es la sulfito oxidasa, que cataliza la conversión de sulfitos en sulfatos, un proceso crucial para la eliminación de compuestos tóxicos y la prevención de la acumulación de sulfitos, que pueden ser dañinos para el organismo.
Además, el molibdeno juega un papel importante en el metabolismo del nitrógeno, particularmente en la conversión de purinas en ácido úrico, un paso vital en la excreción de productos de desecho nitrogenados. Esta función es esencial para la prevención de la gota y otros trastornos relacionados con la acumulación de ácido úrico.
El molibdeno también está involucrado en la regulación de la actividad de la xantina oxidasa, una enzima que participa en la oxidación de hipoxantina y xantina, subproductos del metabolismo de las purinas. El control de esta enzima es fundamental no solo para la producción de ácido úrico, sino también para la generación de especies reactivas de oxígeno, lo que implica al molibdeno en la modulación del estrés oxidativo y la prevención de daño celular.
Selenio.
El selenio es un oligoelemento esencial que desempeña un papel crucial en diversas funciones biológicas, destacándose por su gran capacidad antioxidante y su papel en la regulación del sistema inmunológico y endocrino. Este mineral es un componente fundamental de las selenoproteínas, un grupo de enzimas que incluye a la glutatión peroxidasa, la cual protege a las células del daño oxidativo al neutralizar los radicales libres y reducir el peróxido de hidrógeno en agua.
El selenio también es crítico para la función tiroidea, ya que es un cofactor indispensable para la enzima iodotironina desyodasa, responsable de la conversión de la hormona tiroidea inactiva (T4) en su forma activa (T3). Un adecuado aporte de selenio, por lo tanto, es esencial para el metabolismo energético y la regulación del crecimiento y el desarrollo, así como para la prevención de trastornos tiroideos como el hipotiroidismo y la tiroiditis de Hashimoto.
Además, el selenio juega un papel importante en la modulación del sistema inmunológico, fortaleciendo la respuesta inmune frente a infecciones y reduciendo la inflamación crónica, que es un factor subyacente en muchas enfermedades autoinmunes y degenerativas. Su capacidad para influir en la respuesta inmune también lo convierte en un elemento clave para la prevención de infecciones virales, mejorando la capacidad del cuerpo para combatir patógenos.
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